jueves, 29 de mayo de 2008

Yo sé que mi go’el vive (Job 19:25).

Para entender la profundidad y alcance de esta rotunda afirmación de Job, es necesario primeramente analizarlas a la luz del contexto escritural, particularmente de la descripción de total desamparo y menesterosidad en la que se halla hundido, y que encontramos en los versículos 13 al 22, del propio capítulo 19. En segundo lugar, se hace necesario entender la totalidad del concepto contenido en el término go’el, traducido en la mayoría de las versiones modernas como “redentor”.

Las palabras del patriarca, en los versículos precedentes, nos recuerdan que sus hijos han muerto, parte de sus siervos han sido asesinados y otros han perecido como producto de ciertos desastres naturales. Ha perdido todas sus posesiones. Lo asedian sus acreedores. Sus acusadores lo condenan como impío. Sufre el desprecio, la humillación y el abandono de todos los que una vez dependieron de él, y lo rodearon. No hay quién responda a su favor; nadie que lo defienda, lo vindique, redima sus perdidas posesiones. Aún sus parientes más cercanos, algunos de los cuales podían ser su go’el, se han alejado de él. Debido a todo esto, él espera a un go’el divino, que lo redima, lo vindique, lo vengue y rescate sus posesiones.

Es aquí donde nos introducimos al término más importante de esta declaración. Para entenderlo en su totalidad debemos tener presente algunos factores:

1º. El uso del vocablo, por Job, no nos revela en sí mismo la amplitud de los conceptos que involucra. Es necesario recurrir a pasajes datados posteriormente para entenderlo plenamente. A partir de la legislación mosaica, la figura del go’el se perfila en su plenitud, no obstante a lo cual podemos entender que arroja luz, con carácter retrospectivo, al uso que Job le da al término. En otras palabras, el conocimiento más amplio de los mismos, recién lo entendamos a la luz de la Ley de Moisés.

2º. El vocablo go’el es un participio verbal derivado del verbo hebreo ga’al, que significa primariamente “proteger”. Vine, en su Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo Testamento, señala: “La raíz parece ser casi exclusivamente hebrea, ya que el único cognado que se conoce es un nombre propio amorreo”[1]. Esto podría indicar que el concepto involucrado en el término, tuvo un desarrollo próximo a la gestación y crecimiento de la nación hebrea, y no estaba contemplado en la mentalidad y, por ende, en el vocabulario, de otras naciones de la región. Después de Job, el concepto es empleado por Jacob, en Génesis 48:15,16, en su bendición a José. Allí usa el término en relación directa con Dios, a quien califica de “el Ángel que me liberta de todo mal”.

3º. Con respecto a la filiación, el go’el era el pariente más cercano, por vía paterna. En diferentes pasajes de la Ley mosaica, observamos que el “goelato” se ampliaba en círculos concéntricos: si el pariente más cercano no podía cumplir con su responsabilidad, entonces la misma pasaba al pariente inmediato. El orden establecido era: hermano – tío paterno – primos paternos – cualquier otro pariente (comparar Dt. 25:5-9; Nm. 27:8-11; 36).

4º. Con relación a su actuación, el go’el:

a) Rescataba o redimía cualquier propiedad que hubiera sido enajenada, ya fuera para los herederos de un difunto, o para un pariente empobrecido que hubiese perdido de alguna manera esa propiedad (Lv. 25:25; Ruth 3 y 4).

b) Vengaba a su pariente, si este había sido muerto con violencia (Nm. 35: 9-28; Dt. 19).

c) Vindicaba la causa de pariente, si este había sido víctima de injusticia.

e) Redimía a la viuda del difunto, de la humillación y el desamparo que la viudez le acarreaba, y contraía matrimonio con ella (comparar: Dt. 25:5-10; Rut. 4; Is. 54); d) liberaba a su pariente de la esclavitud (Lv. 25:47-55). El go’el, en definitiva, era aquel pariente más cercano que defendía los derechos de los miembros más necesitados y desvalidos de la familia, o de los desamparados.

Ahora bien, ¿quién es ese go’el a quien hace referencia Job? ¿Quién es ese personaje que puede rescatarlo a él de toda esa situación que le rodea?

Tal y como lo señala Adam Clarke[2], algo así como ríos de tinta han manado de la pluma de los partidarios de las dos interpretaciones más importantes, respecto de estas palabras. Una de ellas sostiene que Job está hablando proféticamente acerca de Cristo, y de la resurrección futura del cuerpo. La otra argumenta que Job sólo está hablando de la restauración, en un futuro inmediato, de su salud y de su problema material. Sin embargo, en opinión de este mencionado comentarista, como de otros exégetas, la clave para entender el verdadero significado de estas palabras, puede resumirse así:

1º. Job estaba hablando inspiradamente por el Espíritu Santo, y profetiza referente a un evento redentor futuro.

2º. No tiene que existir contradicción entre ambas interpretaciones, sino complementación. Job estaba mirando al futuro. Y en esa proyección profética, él miró al mismo Dios como su go’el, no solo en el plano de su situación personal inmediata, sino en el plano universal de redención y resurrección.

3º. En el plano personal, la redención de su estado de miseria, de enfermedad y de desamparo puede verse claramente manifiesto en el capítulo final del libro.

4º. En el plano universal, la redención se manifiesta en la persona de Jesucristo, el redentor de Job y de la Humanidad, cuya obra redentora comenzó en la cruz del Calvario y culminará, al final de los tiempos, en las puertas de la Eternidad.

Llanes, Alba. Apuntes Exegéticos: Job 19:25. Investigación preparada para "La Poética Hebrea" (Danilo Batista. EDISUB: Asambleas de Dios, Cuba). (EDICI: Rancho Cucamonga, CA, 2008).



[1] Vine. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo Testamento. E-Sword: La Espada del Espíritu.

[2] Clarke, Adam. Commentary on the Bible. E-Sword.

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