jueves, 22 de marzo de 2007

Apariencia de piedad.

No digas: "Líbranos del mal",si no tomas partido contra el mal.
Beatriz Martínez de Vargas.


Tres noticias ... un solo hecho que se multiplica ...

Filipinas. Abril de 2000. Un grupo de rebeldes filipinos, de religión musulmana, pertenecientes al Frente Moro Para la Liberación Nacional (FMPLN), secuestra a 29 católicos, de dos escuelas ubicadas en la provincia de Basilan, en el sur de Filipinas, y decapitan a dos profesores. Las demandas de los asesinos son: que el gobierno de los Estados Unidos excarcele a un jefe terrorista detenido en territorio norteamericano, y que se retiren las cruces del territorio de la isla de Mindanao, un lugar que los extremistas musulmanes desean convertir en república islámica independiente.

Italia. Octubre de 2003. Adel Smith, dirigente de la “Unión de Musulmanes de Italia”, logra que un tribunal italiano ordene retirar todos los crucifijos de la escuela primaria donde estudia su hijo. El caso se suma a otros, menos sonados, ocurridos también en ese país, como el de la enfermera convertida al islamismo, que fue despedida de un hospital, por ausentismo reiterado, debido a que no quería trabajar en un lugar donde hubiera un crucifijo; o al de una maestra en Spezia, que retiró el crucifijo del aula el día que entró el primer alumno musulmán a la escuela. En el caso de Smith, su postura va mucho más allá: no sólo ha logrado la eliminación de ese símbolo que representa particularmente al Catolicismo Romano, sino que ha colocado un cartel en el aula que dice: “Sólo Alá es Dios”. Valga señalar que representantes de otras organizaciones islámicas se han opuesto a dicha acción, sosteniendo que los entristece la orden del tribunal y, sobre todo, “las salvas de entusiasmo de los ateos, los racionalistas y los hiperlaicistas».

Los Ángeles, California. Junio de 2004. En una votación de tres a favor y dos en contra, los cinco miembros del Consejo de Los Ángeles deciden eliminar la diminuta cruz que aparecía en el escudo de la ciudad justamente opacada ya por la pagana Pomona, diosa romana de los frutos y de la fertilidad, que representa a la ciudad. La decisión es tomada cuando la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) amenaza al condado con establecer una demanda si la cruz permanece en el escudo. Según los representantes de esta organización, la presencia de ese símbolo es una violación a la Primera Enmienda de la Constitución Americana, que establece la separación absoluta entre la Iglesia y el Estado. Ya anteriormente, una acción similar llevada a cabo por la misma entidad, obliga a las autoridades de Redlands, también en California, y a las del condado de Nuevo México, en el estado del mismo nombre, a eliminar la cruz de sus respectivos escudos. El próximo objetivo de la ACLU es destruir un monumento funerario en forma de cruz, situado en el desierto de Mojave, porque, según sus representantes, es un símbolo religioso en un terreno federal.

Una aclaración necesaria.

No es objetivo de este artículo tratar sobre si la cruz es realmente un símbolo cristiano, o si existen, o no, bases bíblicas para que los cristianos la usen. En este sentido entendemos que el uso de la cruz puede ser un tema secundario de controversia entre los cristianos, pero que, tratándose de un masivo ataque contra la fe cristiana, sencillamente no puede pasar inadvertido para todos los creyentes en Cristo Jesús. Tampoco nos proponemos defender el uso del crucifijo. En este último caso, como cristianos evangélicos, nos queda claro que ni lo usamos, ni apoyamos su utilización.

Nuestro propósito es denunciar que, detrás de esta campaña internacional para eliminar cruces y crucifijos, así como otros símbolos representativos del Cristianismo, hay una maléfica mano que está obrando. Sencillamente, hemos partido de estos casos que tienen como centro de polémica la presencia de la cruz, puesto que son muy representativos de un movimiento mucho más vasto y complejo: un movimiento nutrido por el espíritu del anticristo que ya está operando en el mundo, y que pretende raer, de la faz de la Tierra, toda alusion al verdadero y único Dios.

Lo que resta del iceberg.

La polémica del uso de la cruz es sólo la punta del iceberg. Lo que resta es mostruosamente enorme.

¿Qué decir de la Unión Europea (UE) que ha decidido eliminar de su próxima Constitución toda referencia a Dios y al Cristianismo? La “piadosa” razón aducida es que una mención a la herencia cultural cristiana de Europa, puede ofender a los millones de musulmanes, judíos e integrantes de otras religiones que hoy conforman parte de la población de los veinticinco países de la Unión. Sólo se tiene en cuenta la pagana herencia de los griegos y los romanos. Con un plumazo se hecha por tierra todo lo que la tradición judía y cristiana, a través de la Biblia, legó a Europa y al mundo occidental. Paradójicamente, un catedrático judío europeo, el doctor Joseph Weiler, ha levantado su voz para condenar tal acción. Él ha escrito un libro titulado “La Europa cristiana”, en el que reivindica la necesidad de reconocer la innegable influencia del Cristianismo en el Viejo Continente, y en el que sostiene que esa postura de la UE no es de neutralidad, sino de manifiesto secularismo y liberalismo. Weiler ha criticado a los cristianos europeos por no manifestar públicamente sus convicciones y mantenerse arrinconados.

¿Qué decir de Sun Myung Moon, el fundador y líder de la blasfema “Iglesia de la Unificación” que está realizando una campaña para que se retiren las cruces de las iglesias porque son “un símbolo de opresión y arrogancia”? Este falso cristo, autoproclamado mesías, ha impulsado un proyecto de supuesta unificación y paz mundial para reconciliar a las tres más grandes religiones del mundo: cristianismo, judaísmo e islamismo. Una de las acciones concretas para lograr esto es que los cristianos renuncien al uso de la cruz como símbolo. Por supuesto que los integrantes de las otras dos religiones conservarían los suyos.

¿Qué decir de la acción de la propia ACLU, citada ya más arriba? El largo prontuario de esta asociación, que dice defender los derechos civiles de los habitantes de Estados Unidos, va desde luchar por el derecho al aborto y la adopción de niños por parejas homosexuales, hasta la defensa legal de "North American Man-Boy Love Association" ("Asociación Norteamericana para el Amor entre Hombres y Niños", NAMBLA en sus siglas inglesas), organización que promueve abiertamente las relaciones sexuales entre adultos y niños, lo que se conoce con el nombre de pederastia.

Las dos caras de la hipocresía.

Disfrazados de lo que el apóstol Pablo llamó “apariencia de piedad”, diferentes organismos occidentales que dicen defender los derechos humanos y civiles, así como otros tantos medios masivos de comunicación occidentales, elevan sus voces desaforadamente cuando, en forma real o aparente, se viola algún derecho humano o civil... de los otros… los que no son cristianos, por supuesto. Usted ha sido testigo de ello: se desata una vocinglera campaña cuando soldados norteamericanos torturan a prisioneros irakìes (caso aberrante que, por supuesto, no puede ser justificado bajo ningún concepto), pero se llega a justificar – y hasta aplaudir -, o simplemente se da como una noticia más, cuando civiles occidentales y orientales son decapitados bestialmente por extremistas musulmanes, en Irak. Un criminal manto de silencio mediático y político internacional encubre las masacres de cristianos en Nigeria, las violaciones y reducción a esclavitud de cientos de miles de cristianos sudaneses, las torturas y asesinatos de creyentes chinos, la permanente violación a los derechos humanos y civiles de las minorías cristianas en países islámicos, o de confesión hindú y budista. Parecería como que el petróleo árabe, la brujería oriental y el poder bélico chino son los poderosos caballeros del silencio. ¿Y Occidente? Muy bien, gracias... y vuelve la cara hacia otro lado.

En el caso puntual que nos atañe, como muestra de una supuesta pluralidad de credos y de defensa de los derechos civiles, las fuerzas seculares anticristianas niegan al Cristianismo la posibilidad de mantener sus símbolos y mostrarlos en lugares públicos. Claro, los adolescentes norteamericanos pueden llevar en sus playeras un retrato del Che Guevara, y nadie les dice nada. Ni siquiera nadie se toma el tiempo para explicarle a esos muchachos y muchachas que, el tan ponderado héroe revolucionario latinoamericano, fue responsable del fusilamiento de cientos y cientos de personas inocentes durante los primeros años de la revolución comunista cubana. Ningún directivo de escuela se atrevería siquiera a insinuar una prohibición hacia el uso de ese símbolo del comunismo internacional, en pleno territorio del país, cuyo sistema Guevara quiso destruir. Tampoco se atrevería a prohibir a los estudiantes que lleven ropa con signos satánicos o artículos alusivos al ocultismo. ¿Es que el Satanismo y el Ocultismo no son sistemas religiosos también? Mucho menos si a uno se le ocurre llevar un símbolo del “orgullo gay”.

Eso sí, los “beneméritos” supuestos defensores de los derechos civiles se rasgan la vestidura, echan cenizas sobre sus cabezas, se revuelcan en el polvo, dan alaridos de indignación, remueven el cielo y la tierra del sistema judicial, cuando un estudiante cristiano se atreve a llevar, a la escuela, una camiseta de “Rock por la Vida” que dice: “No silenciarás mi mensaje, no te mofarás de mi Dios, dejarás de matar a mi generación, el aborto es homicida”; o cuando un grupo de cristianos quiere proyectar un video clip sobre Jesús, en una serie de encuentros culturales, en Ann Harbor, donde se estaban proyectando también videos gays.

Es hipócrita el llamado a la tolerancia que hacen organizaciones como las citadas más arriba. ¿Tolerancia para quién? Para los otros, claro, para los que no son cristianos. Los otros son personas; los cristianos, no. Los otros tienen derechos humanos y civiles; los seguidores de Jesucristo no tienen derecho a tener derechos; los otros pueden enarbolar libremente sus símbolos y signos; los creyentes en Cristo deben esconderlos, borrarlos, destruirlos, para no ofender, para mostrar su tolerancia, para demostrar al mundo su amor al prójimo, supuesto amor que los obliga a aniquilar no sólo todo aquello que los ha representado y representa, sino aún su misma esencia.

Que no nos tome por sorpresa.

Ya el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, lo advirtió: También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita (2 Timoteo 3:1-5).

La escalada de maldad e impiedad no va a detenerse. Profetizado está, en las Sagradas Escrituras, que irá en aumento. Como cristianos responsables, debemos estar preparados… para no ser engañados, para que nuestro amor no se enfríe, para que estemos dispuestos siempre a “defender la fe una vez dada a los santos”, con amor y mansedumbre, pero también con valor y firmeza. Todo esto porque, como dice el pensamiento que abre este artículo: no debemos orar a Dios, pidiendo que nos libre del mal, si no nos alineamos de su lado para combatir al mal.



Alba Llanes. Publicado originalmente en la Revista "Fe y Acción", órgano del Concilio Internacional "Una Cita Con Dios" y Misión Mundial Maranatha. Volumen 1, Número 3, octubre - diciembre, 2004, pp. 17-19.

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